S de S S de S S de S

SILENCIOS DE SILICIO



ella me dijo que se tenía que arreglar, y yo no sabía que estaba estropeada...

aha

aha

Sentado espero...



Si permanezco más tiempo parado van a confundirme con una estatua... ¡Qué ocurrencia! Una estatua sentada en un banco… sería una estatua banquestre

Pero no estoy quieto, si acaso inmóvil; fumo y observo con el cuerpo en silencio; observo la Harley que todos los días a estas horas da vueltas por el barrio a menos de un cigarro por vuelta. Ese tío es, sin duda, el mayor gilipollas que conozco; observo las hormigas enfiladas, vienen y van con un propósito simple: seguir viviendo, ordenadas, abyectas, simples y vitales; observo la furgoneta blanca que aparcó hace más de cuatro cigarrillos y la vieja que lleva un cigarro intentando sortearla. La furgoneta está muy pegada al coche de atrás y desde su morro la vieja no llega a ver si viene algún coche.

La vieja salió de casa con un propósito simple: llegar a la frutería, hacia ella apunta con su cuerpo de berenjena; y pudo pasar durante las tres primeras caladas, pero el miedo le atenazó; ahora está varada de un lado a otro de la furgoneta como si quisiera abrazarla…

La Harley hace su segunda gilipollas vuelta.

Una hormiga admite equivocarse y deja una enorme cáscara de pistacho.

La vieja… ¡Joder! Pasa un cigarro más, y aún duda…

-¡Berenjena, cruza ya! - No oye mis gritos, pero me ve a lo lejos; supongo que me confunde con alguien, y me saluda. El medio cigarro siguiente sólo se asoma y vuelve a parapetarse como un torero sin capote., parece que se decide… cruza sin mirar, confiando que su atuendo de vieja advertirá a los conductores. … ¡La Harley!

-¡Berenjena que te aplastan!- Lejos de advertirla se detiene en mitad del cruce, en mitad del puto cruce, y me saluda tranquilamente; la educación mata. El motero la esquiva en el último momento, la berenjena ni se entera de espaldas a todo: a la frutería, al motero y a su propia vida… ¡las hormigas dejan sus fasces y se entregan a la anarquía; el golpe de estado llega tras una colilla incendiaria en el hormiguero!

Por fin después de dos cigarros y medio, una agilipollada Harley y una revolución formícida, la vieja hace sonar el tintineo de la frutería.

¡Todo ha salido bien!

Dejaré de fumar para celebrarlo.

La vieja sale con una bolsa repleta, lo celebro encendiendo un cigarro. Creo que me saluda… o señala algo… o no…o… ¿qué coño hace?… ¿está bailando?... no joder, le pasa algo… lleva tres caladas haciendo movimientos espasmódicos, alza la mano al cielo como una actriz de cine mudo, se lleva la mano al pecho, cae de rodillas sobre la acera, su fruta sale rodando por la carretera como si le rompieran el sombrero a Carmen Miranda. El frutero sale fumando y ve a la vieja, tira el cigarro y le ayuda a entrar en la tienda. Un crío de unos diez años pasa por la acera y ve racimos de uva, plátanos y un cigarro encendido que recoge para llevárselo a los labios.

Todo ha vuelto a la normalidad; las hormigas han aplacado su correteada libertad, la vieja vivirá o no, pero siempre estuvo a punto de morir, los cigarros besan los labios del vicio, y… el ¡GILIPOLLAS de la Harley! Ahí vuelve… rugiendo… una, dos, tres caladas y así hasta siete…

Siete caladas después

Siete caladas para ESTO, siete caladas, medio cigarro, para que la Harley patine con una paraguaya, se empotre contra la furgoneta blanca y salga volando sin su capa de superhéroe gilipollas, y nos demuestre que la vida vale menos que una paraguaya si no sabes volar.

Enciendo el último cigarro.

Fumando espero la mujer que yo quiero, dice el tango.

Está claro que no hay nada más seguro que fumar y esperar.