…las edades de lulú se helaron sobre la mesa de disección.
Las vísceras crujían, se escurrían entre el látex.
Una luz verde de súcubo se filtraba de su sonrisa de veinteañera.
El escalpelo rasgó el traje de carne; halló un corazón que latía
minúsculo, escrupuloso, superviviente;
¡Está viva y descosida!
...hay edades donde nunca se muere del todo;
lugares donde se esconden los derrotados por el silicio; silencios entre los que
subyacen palabras inexactas; alambres alojados en los intestinos para que
ningún inmigrante del alma nos ataje una verdad...
¡Está viva!
...¿Y quién la cose tan rota, tan deshecha y esperpéntica?
Sólo cortando la cabeza de alicia descansa la reina malfollada;
cuando muera el guardián entre el centeno resucitará el tono maduro.
Hay edades que dicen más con sus silencios,
otras están dispuestas a hacer del grito un devenir.
No hubo un solsticio este verano, en seguida llegó el invierno;
el otoño se lloró como guijarros de un fandango.
Quién renace está condenado a morir… otra vez.
Y… ¡Murió!